Me lo contó un muerto

Notas sobre el libro del Dr. Vladimir Burdman

La energía, siempre responde a la intención.
El amor es la esencia, es la búsqueda del espíritu, es la vida misma.
El cuerpo es un conjunto de moléculas; la mente es el terreno de las ideas. A donde quiere que vaya un pensamiento, también va la molécula.
El cuerpo es un campo de información y energía que experimentamos objetivamente; la mente es ese mismo campo de información y energía pero que experimentamos subjetivamente.
Con un estado de consciencia más elevado, empiezan a desvanecerse los misterios y se revela nuestro propósito en la vida. Entonces la existencia pasa a nuevos niveles espirituales.
Las palabras son tridimensionales, es decir, nuestro lenguaje conceptual trabaja con las categorías de espacio y tiempo, y esas categorías no se dan en el otro mundo.
Si quieres conocer el pasado, mira el presente, que es su resultado. Si quieres conocer el futuro, mira el presente, que es su causa.
El amor es algo tan grande que muchos no saben darlo, pero lo peor es que ni siquiera están preparados para recibirlo
Cuando rezo, no sé quién o quiénes escuchan mis plegarias, pero de algo estoy seguro: alguien siempre las oye
Nuestra existencia, en apariencia limitada, es en verdad un paso en el largo camino de la eternidad.
Las circunstancias de la vida limitan nuestro libre albedrío.
El ser humano vive en un proceso de búsqueda infinita.
El ser humano vive confundido en sus propios pensamientos
La suerte es una gracia divina o una casualidad del destino.
La ausencia de armonía en nuestro interior afecta a nuestro sistema inmunológico.
El esfuerzo que representa para nuestro cuerpo la ausencia de armonía, se manifiesta en forma de enfermedad
El alma, aunque eterna, al encarnar queda presa de la telaraña del tiempo con sus oportunidades y limitaciones.
Hay cosas que no se pueden ver ni tocar y que existen con más realidad que las cosas que pueden percibirse con los sentidos físicos
El alma del hombre o la consciencia sobrevive a la muerte, y retorna en intervalos para nacer en otro cuerpo físico, con el propósito de adquirir conocimiento, sabiduría y evolucionar espiritualmente.